Prensa latina 4 de noviembre de 2021 Cuba
Las denominadas revoluciones de color o golpes suaves constituyen hoy unas de las estrategias de intervención silenciosa empleadas por Estados Unidos, con el propósito de derrocar a gobiernos contrarios a su visión económica, política, social y militar.
Uno de los casos más recientes contra Nicaragua es la suspensión de cientos de cuentas a periodistas y activistas a favor del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en las redes sociales Facebook, Instagram y Twitter, a menos de una semana de las elecciones generales.
La campaña de censura barrió también de las plataformas digitales a medios de comunicación defensores de una agenda mediática de izquierda y ello representa otras de las acciones asumidas por los presidentes estadounidenses Donald Trump y el actual Joe Biden tras el fracaso en el intento de golpe de 2018.
Facebook e Instagram cancelaron mil 300 cuentas con sede en Nicaragua y ante la réplica de los activistas en Twitter la plataforma le aplicó un golpe doble a la libertad de expresión, según los analistas, tras el cierre de perfiles con miles de seguidores y pertenecientes a grandes e influyentes medios dentro de este país.
Para el analista político uruguayo, radicado en Managua, Jorge Capelán, Washington empleó todos los métodos de desestabilización en la nación centroamericana, pues desde el mismo triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 financió una fuerza paramilitar contrarrevolucionaria.
«Durante 10 años, los muertos como consecuencia de ese enfrentamiento se calculan sobre los 50 mil. Los denominados contras torturaban, quemaban cooperativas, atacaban puestos de salud y volaban puentes, pero nunca pudieron establecer una cabeza de playa en el territorio nacional», señaló a Prensa Latina.
Al final, tuvieron que sentarse a dialogar con el gobierno encabezado por Daniel Ortega y aceptar elecciones dentro del marco constitucional, si bien para los comicios de 1990, Estados Unidos destinó cantidades ingentes de dinero en apoyo a la oposición al FSLN.
Además del aporte económico, el país norteño ejerció presión sobre la ciudadanía pues, con el propósito de lograr un voto desfavorable contra el FSLN prometieron el fin del conflicto bélico y esa elección supuso el comienzo de «la larga noche neoliberal», traducida en 16 años de saqueo y privatizaciones.
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