Vicente Juárez
Como en los tiempos de Zapata en el campo mexicano se libran grandes luchas que enfrentan a los campesinos con las corporaciones agroindustriales.
México,es una de las cunas de la agricultura, aquí se domesticaron el maíz, frijol, chile, tomate, calabaza, aguacate, cacao y otras plantas. El Tratado de Libre Comercio y el neoliberalismo devastaron el campo para favorecer a las grandes corporaciones!
Las organizaciones apuntan que las grandes empresas de la agroindustria (Bayer de México, Syngenta Agro, FMC Agroquímica de México, Dow Agrosciences de México, Dupont México y Monsanto Comercial) provocan problemas ambientales y de salud mediante el uso de transgénicos, maquinaria pesada , fertilizantes sintéticos y plaguicidas.
“El modelo a gran escala favorece a estas seis empresas, quienes controlan más del 75 por ciento del mercado de agroquímicos y el 63 por ciento del mercado mundial de semillas. Se benefician a sí mismos, mientras amenazan completamente la sabiduría tradicional y las semillas nativas. Empresas como la Nestlé afectan a los cafeticultores de Veracruz y a la siembra de café arábigo, privilegiando el café robusto.
De 1988 a 2017, la siembra y distribución de productos transgénicos en México ha ido en aumento, refieren datos del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM). Entre 2005 y 2017, sólo cuatro entidades federativas [Ciudad de México, Guerrero, Oaxaca y Tabasco] no tuvieron permiso para cultivar estos productos –ni siquiera como parte de una prueba experimental o piloto–.
Son muchas las organizaciones y las comunidades que buscan la sustentabilidad y el desarrollo integral en el campo de espaldas al fomento de las corporaciones para usar semillas transgénicas, químicos y elementos contaminantes y buscan desarrollar la agroecología y la recuperación de los saberes ancestrales de los campesinos en las comunidades, incluidas las indígenas, en la que se ponen en práctica principios de producción amigables con el medio ambiente.
La agroecología es una opción y un modo de producción que forma parte de una estrategia política para seguir defendiendo nuestros territorios, nuestras semillas, nuestros conocimientos.
Los plaguicidas y los fertilizantes sintéticos, productos químicos utilizados en la agricultura para terminar con plagas en los cultivos y dar nutrientes de forma artificial a las plantas, son desarrollados con sustancias tóxicas que dañan la salud de todos los seres vivos, además de los suelos, aire y agua, en pocas palabras son venenos.
A esas afectaciones se suma que los también llamados agrotóxicos provocan problemáticas sociales:
La salud de la tierra y de los animales se ve comprometida por la ruptura en el balance de las cadenas alimenticias, pues residuos de las sustancias tóxicas se quedan en el suelo y terminan con posibles aliados para el control biológico e incluso para mejorar los suelos. En el caso del agua, los residuos de los venenos penetran la tierra y contaminan mantos freáticos y fuentes de agua. Los herbicidas de Monsanto y de las corporaciones, como Faena y Roundup, a base del químico glifosato están entre los productos más vendidos y usados por los agricultores y jardineros. Son aplicables a todos los cultivos y reduce el tiempo de labores de desherbar. El glifosato se comenzó a comercializar por 1970. En México, es incluso parte de los paquetes tecnológicos que los gobiernos proveen a los agricultores. El problema es que es cancerígeno.
El campo se moviliza por la soberanía alimentaria y para que se cambie del modelo actual a otro que privilegie el aprovechamiento de las millones de hectáreas ociosas y se financie el desarrollo agropecuario sustentable e integral en beneficio del país, de las comunidades y de la alimentación de las y los mexicanos.
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