10 julio, 2024. Foto: Estudios Revolución
Miguel Díaz-Canel Bermúdez
Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la X Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, desde el Palacio de la Revolución, el 10 de julio de 2024, “Año 66 de la Revolución” (Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Querido hermano, Presidente Luis Arce, compartimos y apoyamos tus palabras, y gracias por darnos la posibilidad de participar en esta Cumbre del ALBA-TCP;
Querido Presidente Nicolás Maduro;
Queridos hermanos Primeros Ministros Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas; Roosevelt Skerrit, de Dominica, y Gaston Browne, de Antigua y Barbuda;
Estimados representantes de las naciones que componen nuestra Alianza;
Estimado Jorge Arreaza, Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP:
Quisiera comenzar expresando nuestra mayor solidaridad con las hermanas naciones del Caribe que han sufrido en los últimos días severas afectaciones por el embate del huracán Beryl.
Duelen como propias las pérdidas de vidas y los daños materiales causados por este huracán, y aquí les ratificamos que cuenten siempre con el modesto apoyo de Cuba, donde conocemos muy bien el alcance de esos golpes de la naturaleza contra los pequeños territorios insulares y sus frágiles economías.
En esa comprensión y en la voluntad histórica de aportar lo que podamos, los colaboradores cubanos que sufrieron los embates del huracán junto a los pueblos donde se están desempeñando y están trabajando, se sumaron de inmediato a los esfuerzos nacionales para asistir a los necesitados desde el mismo inicio de la recuperación, porque para nosotros está muy claro que ningún problema que afecte a la región nos resulta ajeno.
Compañeros:
Al momento de conocerse las primeras noticias de los movimientos irregulares de algunas unidades militares bolivianas, de inmediato rechazamos esas acciones y seguidamente mantuvimos la denuncia y ofrecimos apoyo al hermano presidente Lucho Arce.
No podemos permitir que retornen las infames actitudes y acciones golpistas que tan dolorosa memoria sembraron en Nuestra América y que buscan revertir la voluntad popular.
Para nosotros es inadmisible que se pretenda atropellar con la fuerza de las armas el orden constitucional legítimamente establecido.
Las circunstancias que explicó el presidente Arce, que nos convocan con urgencia a esta Cumbre, confirman la vigencia y la necesidad de defender con fuerza y determinación la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz que hace diez años se aprobó en la Segunda Cumbre de la CELAC en La Habana.
En momentos como este debemos multiplicar la solidaridad frente a la polarización política y la división de nuestras sociedades que promueven los adversarios de la unidad y la integración latinoamericana y caribeña.
La ultraderecha se vale de esa polarización para mediante la manipulación y el engaño atentar contra gobiernos de orientación popular, entorpecer sus políticas de desarrollo social y los avances alcanzados como resultado de décadas de lucha de los pueblos.
Si logran sus objetivos, no vendrán periodos de calma. Vendrá la represión, la persecución de los líderes sociales; vendrá el neoliberalismo atroz, la entrega de los recursos naturales a las transnacionales. Vendrán nuevas décadas perdidas y se acentuará el retroceso de todos los avances en la integración que nos debemos y que es posible si seguimos apostando a la unidad con respeto a la diversidad.
Nuestros pueblos lo saben. Eso explica la espontánea movilización que acudió de inmediato a defender al Presidente Lucho, aun con riesgo para las vidas de estas personas.
Un gobierno de orientación progresista y popular debe defenderse en unidad compacta frente a los poderosos adversarios que genera.
Nos toca a todos promover la solidaridad y la cooperación en la región, cumpliendo estrictamente el principio de no intervención directa o indirectamente en los asuntos internos de cualquier otro Estado, pero apoyando, sin titubeos, a los gobiernos progresistas cuando resultan agredidos por las oligarquías tradicionales en coordinación con referentes externos e internos bajo los auspicios del imperialismo.
Es urgente y necesario rechazar los métodos golpistas, que pujan por emerger constantemente, y denunciar el empleo de herramientas modernas de manipulación que tratan de detener, frustrar y abortar los procesos políticos progresistas en Nuestra América.
Lo vemos repetirse una y otra vez en la hermana Venezuela, donde se intenta generar la violencia una vez más, ahora en el contexto de un nuevo proceso electoral.
Lo confirmamos en la constante intromisión estadounidense en los asuntos internos de Nicaragua, donde todavía recordamos y duelen los terribles sucesos del 2018.
Solo la unidad de nuestros pueblos, de las organizaciones sociales y sus referentes nos permitirá enfrentar con éxito los planes del imperialismo y sus aliados contra la soberanía y la independencia de nuestras naciones.
El ALBA-TCP, nuestra Alianza, debe estar y seguirá estando en la primera trinchera de esa batalla contra los demonios de la injerencia, el intervencionismo, el neocolonialismo, el espíritu monroísta que, 200 años después de su formulación, sigue marcando la mirada y las acciones del imperio hacia Nuestra América.
¡Hasta la Victoria Siempre!
Muchas gracias.
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