La soga de la deuda: ¿Por qué África sigue atrapada?
- Mexteki
- 2 abr
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A continuación se presentan extractos de un artículo de Moussa Ibrahim, Secretario Ejecutivo de la African Legacy Foundation sobre la necesidad de liberar a África del saqueo imperialista.
El continente debe unirse para dar forma a su futuro económico y poner fin a su dependencia de las instituciones financieras occidentales.
A finales de febrero de 2025, un grupo de exjefes de Estado africanos y expertos en finanzas se reunieron en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) para firmar la Declaración de Ciudad del Cabo, un audaz llamamiento a favor de un programa integral de alivio de la deuda para las naciones africanas. Esta iniciativa, liderada por la Iniciativa de Alivio de la Deuda de los Líderes Africanos (ALDRI, por sus siglas en inglés), llega en un momento en que la economía de África está encadenada por una carga de deuda que está asfixiando el desarrollo, obligando a los gobiernos a priorizar los reembolsos a los acreedores occidentales y privados por encima de servicios esenciales como la educación, la atención médica y la infraestructura.
Las cifras son asombrosas. En 2021, la deuda externa de África se había disparado hasta los 824.000 millones de dólares, y muchos países gastaban más del 60% de su PIB en el servicio de estos préstamos. Solo en 2025, se prevé que África gaste 74.000 millones de dólares en el pago de la deuda, dinero que podría financiar escuelas, hospitales y carreteras. Pero esta crisis no es un simple caso de mala gestión financiera; es una continuación directa de un sistema de subyugación económica que se estableció durante el dominio colonial y se perfeccionó en la era posterior a la independencia a través de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. [...]
Los orígenes coloniales de la crisis de la deuda de África
La crisis moderna de la deuda de África no puede entenderse sin revisitar su pasado colonial. Las potencias europeas extrajeron recursos por valor de billones de dólares del continente y ofrecieron poco a cambio en términos de desarrollo industrial. Cuando los movimientos independentistas se extendieron por África a mediados del siglo XX, las potencias coloniales no se marcharon sin más. En su lugar, impusieron deudas odiosas a las naciones recién independizadas, asegurando su continua dependencia económica.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la República Democrática del Congo (RDC). Cuando Bélgica finalmente renunció a su control sobre el país en 1960, dejó tras de sí una economía destruida y casi sin riqueza nacional. Patrice Lumumba, el primer primer ministro, intentó nacionalizar los recursos del país para beneficiar a su pueblo. ¿La respuesta de Occidente? Un golpe de Estado respaldado por la CIA que llevó a su asesinato. En su lugar, Estados Unidos y Bélgica instalaron a Mobutu Sese Seko, quien acumuló miles de millones en deudas mientras saqueaba la riqueza nacional. El pueblo de la República Democrática del Congo sigue pagando por este crimen.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el FMI y el Banco Mundial impusieron Programas de Ajuste Estructural (PAE) a las naciones africanas, obligándolas a recortar el gasto público, privatizar empresas estatales y abrir sus economías a los inversores extranjeros. Estas políticas, disfrazadas de "reformas económicas", paralizaron el sector público de África, aumentaron el desempleo y destruyeron las industrias locales, mientras las corporaciones occidentales hacían una fortuna.
La trampa de la deuda hoy: una forma moderna de colonialismo
Si avanzamos hasta 2025, África sigue atrapada en una estructura económica que beneficia a las instituciones financieras occidentales, las corporaciones multinacionales y los acreedores privados. Según el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), casi el 49% de la deuda de África está ahora en manos de prestamistas privados (se espera que aumente al 54%). A diferencia de los préstamos concesionales del BAfD o del Banco Mundial, estos préstamos privados tienen tasas de interés cinco veces más altas que las que pagan las naciones occidentales.
Y luego está la "prima de África", el absurdo fenómeno en el que a los países africanos se les cobran tasas de interés más altas a pesar de tener tasas de incumplimiento más bajas que las economías occidentales.
El presidente del BAfD, Akinwumi Adesina, ha condenado en repetidas ocasiones este racismo financiero, declarando: "No hay justificación económica para que África, que tiene algunas de las tasas de impago más bajas, deba ser castigada con mayores costos de endeudamiento". [...]
Un cambio estratégico: África y los BRICS
Si África se toma en serio la idea de liberarse de la hegemonía económica occidental, debe buscar alianzas más allá de Occidente, y los BRICS ofrecen la mejor alternativa. Los países BRICS representan una parte significativa del poder económico mundial, controlando más del 31,5 por ciento del PIB mundial (PPA) a partir de 2024, superando el 30 por ciento que ostenta el G7.
¿Por qué los BRICS? En primer lugar, da acceso a financiación alternativa: el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), creado por los BRICS, proporciona préstamos sin las condiciones de estilo colonial del FMI y el Banco Mundial. Luego, puede construir una forma de reducir la dependencia del dólar, ya que los BRICS están promoviendo activamente el comercio en monedas locales, lo que se alinea con el propio impulso de África por la independencia monetaria.
También hablamos de transferencia de tecnología e industrialización: China e India, como gigantes industriales emergentes, pueden proporcionar inversiones en infraestructura y transferencia de tecnología sin las condiciones de explotación impuestas por Occidente.
Aparte de eso, los BRICS significan términos comerciales más justos, porque, a diferencia de los acuerdos comerciales occidentales, que favorecen a las corporaciones multinacionales, los socios del BRICS han mostrado más disposición a negociar acuerdos mutuamente beneficiosos.
África no debe simplemente reemplazar la dependencia occidental con otra forma de servilismo. La relación con los BRICS debe ser estratégica, asegurando que África obtenga una influencia real. En primer lugar, las naciones africanas deben exigir la transferencia de tecnología en lugar de ser proveedoras de materias primas. Luego, el AfCFTA (Área de Libre Comercio Continental Africano) debería ampliarse para crear un mercado interno africano fuerte antes de buscar asociaciones comerciales externas. Y, por último, África debería negociar colectivamente con los BRICS en lugar de entrar en acuerdos fragmentados, nación por nación, que debiliten su posición.
La lucha continúa
Occidente mató el sueño de independencia económica de Gadafi, pero sigue siendo el deber de África resucitarlo. El siglo XXI debe ser de desmantelamiento del colonialismo financiero y de forjar nuevas alianzas que sirvan a los intereses africanos. Los BRICS ofrecen una alternativa prometedora, pero en última instancia, la liberación económica de África debe venir desde adentro. El continente debe unirse, ser dueño de sus recursos, controlar su moneda y dictar su futuro económico, o permanecer para siempre encadenado a los caprichos de los acreedores extranjeros.
(13 de marzo de 2025)
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