Pablo Moctezuma Barragán
Ha sido rechazada en el Congreso, el domingo 17 de abril, la Ley Eléctrica tan necesaria para avanzar en la recuperación de la Soberanía Energética, que es esencial para la Soberanía. Es demandada por la absoluta mayoría de la población y necesaria para la independencia económica de México, así como para garantizar este servicio de primer orden a toda la población. Que sea aprobada la Ley Eléctrica convendría a todas y todos, es la base del desarrollo independiente de México, una barrera a las corporaciones y gobiernos extranjeros para parar el saqueo y la subordinación de México, Pero todos los diputados de la “oposición” entreguista se unieron en contra. La Ley Eléctrica contó con 275 votos a favor, de Morena, PT y PVEM, y en contra 223 de PAN, PRI, PRD y MC. Al no obtener mayoría calificada fue rechazada por la Cámara de Diputados.
La mayoría de la población exige que se le den servicios esenciales como la luz eléctrica sin que se abuse de su necesidad, sin aumentos escandalosos de precios como ocurre en Europa y en España donde la electricidad, el gas, los energéticos estén en manos de intereses privados que solo buscan las mayores ganancias.
Pero quien decide no es la población, sino sus representantes, que no están mandatados y que actúan en el marco del Sistema de Partidos que regala recursos multimillonarios a los partidos políticos, de 2020 a 2022, de nuestros bolsillos el PAN obtuvo 3 mil 250 millones de pesos; el PRI, 3 mil 102; Movimiento Ciudadano, mil 549 mil 400; el PRD, mil 934 mil 562 millones de pesos.
Se entregaron a estos partidos casi 10 mil millones de pesos, en medio de pandemia de covid-19 y crisis económica y ¿Para qué? La mayoría de los mexicanos estamos claramente a favor de la reforma eléctrica, pero el sistema de partidos no garantiza que se haga la voluntad popular.
Es necesario dejar de financiar a los institutos políticos y ocupar ese dinero en promover que el pueblo decida, y no sean las cúpulas partidarias las que tengan la última palabra, que ellas no decidan las candidaturas, sino los propios electores, que se nombren candidatos en el seno de las comunidades de trabajo, estudio, vivienda, actividades, que presenten un proyecto para la solución de los problemas, que se hagan campañas de propuestas y platicar alternativas, no de dinero, anuncios, promesas o que se seleccione a “famosos” y que se llegue a puestos de representación con un mandato popular y con el compromiso de cumplir los planes y proyectos que se aprobaron en la campaña, que no solo se presenten promesas sino que el candidato triunfador este comprometido con la decisión del pueblo, y no pueda hacer ocurrencias, además que esté impedido para venderse al mejor postor. ¡Es necesaria la renovación democrática ya y dejar a un lado la “democracia representativa” en la que al representante se les da un cheque en blanco!
Tenemos el caso del diputado de Morena, que fue seleccionado como candidato gracias a su gran fama, Marco Flores que no se presentó a la Cámara de Diputados para votar por la Reforma Eléctrica porque es cantante de Banda Jerez, y prefirió irse a Chicago a dar un concierto.
Otro ejemplo lo tenemos el caso del diputado Andrés Pintos quien deja al PVEM y se va a Movimiento Ciudadano; solo para votar en contra Reforma Eléctrica. En el actual sistema político y electoral los representantes tienen toda posibilidad de defender a las corporaciones y de traicionar a la población.
Es necesario que la población que tiene la fuerza para hacer valer la voluntad popular y la soberanía nacional sea el que decida. El pueblo puede y debe mandar. Las cúpulas partidarias, ese puñado de “políticos tradicionales” o la “clase política” están al servicio de las corporaciones y de gobiernos extranjeros, salvo algunas excepciones. En la votación de la Ley Eléctrica se exhibió al desnudo el sistema de partidos que hoy domina por sobre los intereses del pueblo y de la nación, en contra de la voluntad popular.
Quedó claro que los diputados no están al servicio del pueblo sino de sus partidos, que pueden cambiar de partido a su conveniencia y que quienes les dan “línea” son las cúpulas, den este caso del PAN, PRI, PRD y MC que bloquearon la Ley Eléctrica y salvo una excepción, todos votaron como bloque. Y quien instruye y controla es Washington y las grandes corporaciones en este sistema de partidos. Resultó clara la intervención de EU a través de John Kerry y del embajador de EU, Ken Salazar a favor de mantener la privatización en el sector eléctrico, y rechazar de tajo la iniciativa del presidente López Obrador, a pesar de que era conciliadora, que no nacionalizaba la electricidad y otorgaba el 46% del mercado eléctrico a los privados. Iberdrola, Oxxo, Femsa, Walmart y demás compañías privadas nacionales y extranjeras del mismo tipo, tomadas de la mano de la alianza opositora y aprovechando un sistema político que favorece a las corporaciones y niega la voluntad popular lograron frenar la Ley Eléctrica.
En el sistema de partidos vemos que los partidos no tienen congruencia, ni identidad, ni principios. Siendo partidos contrapuestos y antagónicos se unen por intereses. El PAN se fundó en 1939 en contra del PRM (hoy PRI) y el PRD nace en1989 en contra del PRI y el PAN que impusieron fraudulentamente a Salinas en el poder. Pero los unen los intereses extranjeros.
En cuanto a la Ley Minera, el PRI, PAN y PRD, se abstuvieron en la votación para reservar para la Nación, el Litio, estratégico para la futura generación de energía, la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio, y de agregar el beneficio del mineral un tema de suma importancia para el futuro desarrollo económico.
La Ley Minera propuso como un deber del Estado la protección de los pueblos, comunidades indígenas y afroamericanos durante los procesos de exploración, explotación y aprovechamiento del litio y de sus cadenas de valor. Que importante, pues el litio además de impulsar la industria eléctrica, es necesaria en una transición energética viable para el desarrollo de la tecnología de punta. No habrá soberanía energética en el país si no se reserva al Estado la explotación del litio. Sin embargo, los aliados de corporaciones y gobiernos extranjeros, el PRI PAN y PRD se salieron del salón del pleno y desde fuera y a través de sus celulares, 196 legisladores del PRI, PAN Y PRD se abstuvieron.
Por otro lado, el presidente López Obrador, una vez que se aprobó su iniciativa, en la Cámara de Diputados, para nacionalizar la explotación y producción de litio anunció que los ocho permisos otorgados a empresas extranjeras y nacionales serán revisados.
Y resulta que en el Senado en las Comisiones de Energía y de Estudios Legislativos, se aprobó el dictamen con 15 votos a favor y cuatro abstenciones, destacando la postura del senador de Morena, Armando Guadiana, quién actuó más como el empresario minero que es y advirtió que era preocupante la redacción de uno de los cuatro artículos reformados en la que habla de los, “demás minerales declarados estratégicos por el Estado”, porque según Guadiana a cualquier otro gobierno se le puede ocurrir hacer lo mismo con el cobre y oros metales. Y este senador de Morena no actuó como representante popular, sino como representante de las corporaciones mineras. Y nunca olvidamos el caso de la senadora Lilly Téllez electa por Morena y que se pasó al PAN y se opone a las decisiones de quienes la eligieron.
Además, luego de la acción del INE para sabotear la participación en el ejercicio de revocación de mandato queda clara, otra vez, la urgencia de impulsar la renovación democrática que lleve a un nuevo sistema político y electoral.
Son necesarias instituciones que resuelvan las contradicciones sin crear un clima de caos y tensión como lo hace el INE, con funcionarios públicos que estén al servicio de la soberanía popular y nacional.
La “democracia al estilo estadunidense” es una falsa democracia. A fines del Siglo XX, la dictadura de las grandes corporaciones en México a través de solo un partido ya no funcionaba, el PRI-gobierno estaba agotado, y se implementó el modelo clásico de la “democracia estadunidense” con dos partidos alternándose en el poder, para servir a un solo amo: el gran capital.
Así comenzó a funcionar el PRIAN. Fue derrotado en toda la línea en julio de 2018, pero todavía tienen la carta del “sistema de partidos” impuesto hoy en Occidente como la única forma de gobierno legítimo.
Hoy vemos que los perdedores se unen en el Congreso, en Estados de la República, municipios, en el sistema judicial, en diversas instituciones para impedir todo avance y que están detrás de bloqueos, fragmentación, y engaños. De cara a las elecciones de 2024, los conservadores, la oligarquía, las grandes corporaciones harán de todo para volver al viejo régimen.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional presentan el “sistema de partidos”, como la materialización de la democracia, expresada en el pluripartidismo y la alternancia de los partidos en el poder. Tras la fachada democrática, impera la dictadura del gran capital.
De hecho, el país del Norte que presume defender la “democracia” y los “derechos humanos” tiene un régimen autoritario, brutal, imperialista y caótico. Su modelo ha fracasado a la vista del mundo entero, es visible la decadencia de las instituciones de Estados Unidos y su antidemocracia.
Recordemos que con este sistema, en 2009, los diputados del PRI y el PAN dijeron que no subirían los impuestos y fue lo primero que hicieron. ¡Basta de darles un cheque en blanco a los representantes, que imponen políticas que nunca propusieron en sus campañas: Salinas no habló de meternos al Tratado de Libre Comercio, ni Zedillo, de rescatar a los bancos con el Fobaproa; Fox nunca insinuó que nos integraría a la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte; Calderón ocultó su proyecto de desatar la guerra e integrarnos militarmente a EU con el Plan Mérida y la “alianza estratégica”. Peña nunca anunció en su campaña su “Reforma Energética privatizadora”!. Es necesario que, en adelante, los representantes sean mandatados para desarrollar el programa definido y decidido en las campañas y no su propia agenda y la de sus patrones.
Que el pueblo mande. Sin transformación del sistema político y electoral, sin renovación democrática no se garantiza transformación alguna. Y esa es la tarea que habremos de culminar.
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