El sistema de partidos está en crisis en todo el mundo, es un sistema que ha sido implementado por las principales potencias para mantener a una cúpula en el poder al servicio de las corporaciones. Ese sistema no impulsa la democracia, sino la partidocracia. Las principales decisiones las toman los dirigentes partidarios que están controlados y manejados por las grandes corporaciones de la oligarquía financiera.
Cuando surge algún partido que defiende al pueblo y a la nación, dentro de este sistema de partidos y con sus reglas del juego se van corrompiendo, porque están sujetos a un sistema antidemocrático en todas sus instituciones.
Los candidatos no los pone el pueblo, sino las cúpulas partidarias y para las campañas hace falta mucho dinero, a los partidos se les dan miles de millones de recursos públicos y además de eso solo quien tiene respaldo de grandes millonarios puede competir. Además, se registran muchos partidos que no tienen militancia real y que se sostienen de comprar personas con recursos públicos. Los candidatos prometen y hablan bonito, pero al llegar al puesto hacen lo contrario de lo anunciado, siempre sirviendo a las grandes corporaciones y potencias extranjeras. No están mandatados por el pueblo, sino que “en su representación” deciden por sí y ante sí, de modo que el pueblo les entrega su soberanía para que ellos la ejerzan según sus intereses.
Las principales decisiones sobre la vida partidaria las toman Institutos y Tribunales electorales. Los militantes no tienen la última palabra, sino los tribunales, los jueces que también tienen sus intereses. Los militantes de los partidos están sujetos a las decisiones de los Tribunales y no a sus propias decisiones, muchas veces los Tribunales echan para atrás decisiones de la militancia. Los militantes, en lugar de unirse y organizarse, de disciplinarse a su propio partido apelan a los Tribunales que se imponen como la verdadera dirección de los partidos y causan divisiones irresolubles.
Las fabulosas cantidades de dinero que reciben los partidos, de fondos públicos y privados, les permiten existir, darse publicidad, comprar militantes, aunque ya hayan demostrado que viven de espaldas al pueblo y al interés de la nación. Dicen que son “oposición” pero en realidad solo existen para ayudar a las grandes corporaciones a alcanzar sus objetivos y al golpeteo para fortalecer los intereses de los más ricos y de potencias imperialistas. Algunos son cadáveres que solo sobreviven con el dinero de los impuestos del pueblo.
Los problemas políticos, económicos, sociales, así como ambientales se agudizan más cada día gracias a este sistema de partidos, diseñado en el siglo XVIII y que el sistema capitalista predominante quiere seguir imponiendo en el siglo XXI. La humanidad aspira a la democracia y la soberanía, mientras que la burguesía diseñó un sistema que ellos llaman “democrático” que en realidad lo que implementa es la imposición de sus intereses, el pueblo soberano diseña un sistema para acabar con la “democracia representativa” e implementar la soberanía popular y con un sistema de representación en la que los representantes no usurpen la soberanía, sino que la garanticen.
Es por esto que en el siglo XXI es necesaria la renovación democrática para lo cual es necesario:
1.- Que sea el pueblo, los colectivos de trabajo, vivienda y estudio quien seleccione y elija a los candidatos, no los partidos y sus cúpulas. Es esencial que los electores conozcan a los candidatos y no que se les impongan con campañas de imagen. Así llegarán a los puestos de responsabilidad las personas más confiables.
2.-Que no se financie a los partidos con dinero público, sino que todo el dinero se canalice a un sistema electoral que impulse la participación y toma de decisión popular. Que se prohíba el financiamiento privado de partidos y candidatos y se condene con cárcel la compra de votos, en cualquiera de sus variantes.
3.-Que no existan campañas, ni se permita la promoción de personas y partidos, sino que los candidatos tengan acceso equitativo a medios de comunicación y eventos públicos para debatir las propuestas, así como para impresos para dar a conocer sus programas, y así eliminar el dinero en las campañas y la promoción de la imagen de las personas, para que lo que se discutan sean las propuestas, sin ataques ni guerra sucia.
4.-Que cada candidato promueva un programa que se verá obligado a ejecutar de ser el triunfador y no pueda actuar discrecionalmente por sí y ante sí. Los funcionarios quedarán atados a sus propuestas, serán mandatados es decir “mandar obedeciendo”. Cualquier otra propuesta tendría que estar sujeta al refrendo popular.
5.-Que los partidos impulsen las ideas y alternativas para la sociedad y sus militantes se ganen las candidaturas no por “influencias cupulares” sino por ganarse la selección desde la base. Al no contar con dinero ni con candidaturas, los militantes de los partidos estarán unidos por ideales y no por intereses mezquinos. Y los partidos que son carteles criminales sean eliminados de la vida política para que dejen ya de hacer daño, así como partidos que sean agentes de potencias extranjeras.
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