Mexteki
No hay idea que valga si no se lleva a cabo en la realidad. En efecto, durante la lucha por la transformación de la situación que vivimos surgen muchas ideas brillantes, pero sólo tendrán sentido si esas ideas se aplican en la práctica. Si no, serán meras especulaciones, buenos deseos y ocurrencias que no tendrán trascendencia alguna ni modificarán un ápice la situación imperante.
El movimiento se demuestra andando, el objetivo y las metas se plantean para llegar a ellos, alcanzarlos, no para contemplarlos de lejos, cruzados de brazos sin hacer nada. En esto hay una cuestión clave, crucial y esto es que para traducir las ideas en hechos es imprescindible, antes que nada, la organización.
La organización es el cimiento de todo lo que queramos construir. Es la base que sostiene un proyecto. Es el motor que impulsa cada avance. De hecho, sin organización no hay nada, todo se esfuma. Es por eso que, para defender nuestros principios, desarrollar la estrategia y las tácticas adecuadas hace falta una gran organización, que requiere de decisiones democráticas, mucha disciplina y trabajo colectivo.
De modo que una vez que tenemos principios, proyecto, programa, estrategias, tácticas lo básico para lograr todo es esta organización. Cuando nos disponemos a participar en un colectivo que pretende la transformación de nuestra realidad nacional y mundial, de entrada, tenemos que contar con una actitud decidida y estar dispuestos a participar conscientemente y activamente en tarea de organización.
Comprometernos en implementarla y lograr su buen funcionamiento. Tener claro que no se trata de seguir a alguien, o de aplicar mecánicamente un modelo del pasado, sino de corresponsabilizarnos y ser proactivos en el funcionamiento de la organización y en su toma de decisiones que respondan a las necesidades actuales, a las tareas del momento, a las situaciones que atravesamos para superarlas.
Cada idea que planteamos tiene que llevarse a la práctica organizadamente. El éxito de nuestras propuestas va a depender en primer lugar de la calidad de esa misma organización. Para lograr asertividad, precisión, tino, oportunidad, profundidad y alcance de nuestras acciones hace falta una organización de nuevo tipo, de escala superior, lo que implica una voluntad y disciplina en cada uno de los miembros y simpatizantes de la causa.
Por ejemplo: Para lograr el programa que planteamos para México, es decir, lograr Soberanía y la garantía de todos los derechos, es absolutamente indispensable realizar una profunda transformación. El actual marco legal permite la existencia la mayoría de las lamentables situaciones que vivimos y convierte a los derechos en algo meramente formal, así como que la soberanía sea violada una y otra vez, en distintas formas. La Constitución del siglo pasado enunció formalmente una serie de derechos, pero no los medios para garantizarlos. Y es claro que de nada sirve enunciar el derecho al empleo, la salud, la educación, la vivienda, si en la práctica estos derechos no existen a cabalidad para 100 millones de mexicanos. Siendo derechos inalcanzables que solo quedan en el papel, cuando la sociedad lo que tiene que hacer es organizarse dando prioridad a su garantía.
Entonces para solucionar esto surge necesariamente la idea de plantear la necesidad de una nueva Constitución, la del Siglo XXI que permita hacer reales lo que actualmente se enuncia únicamente de manera formal. Y para lograrlo surge la idea de construir un nuevo modelo, completamente renovador para transformar a cabalidad la vida económica, social, cultural, política, ambiental, material y espiritual en nuestro México de hoy.
Para que una nueva Constitución pueda romper con los intereses de las grandes potencias capitalistas que subordinan a México con las Corporaciones que saquean sus riquezas y las mafias a su servicio, y que sea un instrumento por medio del cual el que el pueblo tome el poder en sus propias manos, tenga el control y garantice sus derechos, hace falta romper con el “sistema de partidos” que decide siempre imponiendo o conciliando con las grandes corporaciones y en cambio impulsar una renovación democrática que permita que se haga valer la voluntad popular de manera efectiva. ¡Que el pueblo mande! ¡Que el pueblo ejerza su soberanía!
México no va a cambiar si no nos organizamos, nada nos va a caer del cielo, esto se tiene que traducir en que el pueblo asuma su soberanía. Debe organizarse una nueva constituyente que transforme nuestra realidad, para lo que hace falta la renovación democrática y el poder popular que imponga los intereses mayoritarios y rompa con las estructuras actuales de opresión.
Esto implica una inmensa labor de organización, que promueva de abajo a arriba una base social en la que las comunidades de trabajo, estudio, vivienda y asociaciones formen colectivos para expresar y hacer valer su voz y su poder de decisión. Tiene que organizarse una fuerza extraordinaria, mayoritaria que transforme de raíz al país.
Esto se va a lograr a partir de plantear grandes objetivos, despertar grandes energías, e implementar una organización amplia y profunda. Entonces sí, contando con esa fuerza podemos hacer valer la soberanía popular.
Para lograr esta amplia organización, tenemos que ir de lo menos a lo más, de lo simple a lo complejo, de abajo a arriba. Empezar sembrando la semilla. Comprometernos a organizarnos desde la base. Quienes tenemos principios, programa, estrategias y tácticas adecuadas, hemos de enfocarnos a organizarnos ampliamente, para que entonces sea el pueblo quien edifique las nuevas instituciones de manera incluyente y democrática a partir de sus localidades, municipios, regiones, sectores de actividad y colectivos que luchan por los derechos. Así desarrollaremos la enorme fuerza necesaria para hacer triunfar nuestras ideas de soberanía nacional y popular.
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