MEXTEKI
El sistema capitalista funciona acumulando las ganancias en pocas manos y explotando al máximo a las personas y a los recursos naturales, así como, deteriorando el medio ambiente. Es un sistema depredador. No se ocupa del bienestar de la población y menos en la salud de las mayorías.
Su propio desarrollo conlleva a crisis recurrentes, porque la apropiación es privada, mientras la producción es social. Las crisis provocan hambre, destrucción y la salida es la guerra. Aunque también hay que decir que luego de la crisis y la guerra, han estallado muchas revoluciones.
Cuando no hay dinero para comprar, la salida de las mercancías exige el endeudamiento. Y el mismo provoca dependencia, sujeción, más trabajo y más explotación. Ganan un puñado de grandes bancos e instituciones financieras, pierde la gente que cada vez trabaja más y gana menos. Esto ha sido más claro en las últimas cuatro décadas.
Cuando desde la década de los ochentas MEXTEKI (Unión del Trabajo de México) planteaba que había que salir de la crisis dando pasos necesarios, como suspender el pago de la deuda, romper con el FMI y sus políticas, desarrollar nuestra economía de modo sustentable, lograr la autosuficiencia industrial, agrícola, comercial, bancaria y de servicios. Se nos decía que estas medidas iban a provocar una gran crisis.
Argumentaban que se iba a espantar la inversión extranjera, que ya no nos iban a prestar más dinero, que iban a huir los capitales, que nos iban a bloquear, que los mercados se iban a colapsar.
A partir de los ochentas, se siguió la ruta neoliberal, se profundizó la dependencia comercial, económica, política, militar, cultural. Creció la deuda como nunca, nos invadió la inversión extranjera y que tenemos…luego de 40 años el país está hundido en la peor crisis de la vida moderna. Se apostó a la dependencia externa y ahora vemos los resultados.
Si para evitar esta crisis se hubiese tomado la ruta correcta en los setentas y ochentas, ahora México sería un país autosuficiente, fuerte, desarrollado multilateralmente para enfrentar la pandemia y la crisis económica mundial.
De modo que ahora no nos digan que las medidas que proponemos para que México sea un país Soberano e Independiente, con justicia social y renovación democrática se va a provocar una crisis. Porque ahora de lo que se trata es de salir de la crisis.
La única forma de tener un desarrollo sano es la de impulsar todas las potencialidades del país. En primer lugar, recordemos que lo que genera la riqueza es el trabajo y que el principal recurso son los trabajadores, por lo que es importante que todas y todos quienes están en condiciones tengan la oportunidad de un empleo.
En segundo lugar, consideremos que mientras mejores salarios tenga el trabajador habrá un mercado interno más fuerte y mayores ventas que ayudarán a impulsar la producción de bienes y servicios. Al tener buenos salarios se elevará la calidad de vida, lo que es necesario para evitar que tantos caigan en las redes criminales.
En tercer lugar es importante el desarrollo de cada localidad, municipio, región y el desarrollo interno nacional. Que se fortalezca la producción y consumo local. Que se exploten todas las potencialidades locales y se le dé absoluta prioridad a la producción nacional, que está por encima de las leyes del mercado.
En el centro de la producción y los servicios esta satisfacer las necesidades básicas de todos los seres humanos. El mercado ha de estar al servicio del bienestar de la población y del desarrollo nacional y no al revés.
El mercantilismo lleva al desarrollo desigual de las regiones y de los sectores de la economía, a la monoproducción que evita la diversificación económica, a la dependencia del exterior tanto para la adquisición de bienes básicos y necesarios, como para vender los productos nacionales que se destinan al extranjero.
Para que la economía tome la dirección que le conviene a la sociedad y al desarrollo del país tiene que ser conducida por el Estado que ha de controlar los sectores estratégicos y garantizar el bienestar de la gente y el desarrollo soberano. El Estado tiene que tener todos los instrumentos para que los derechos sean una realidad y no un buen deseo.
En todo momento se ha de dar prioridad al productor local – en los gobiernos municipales – al productor regional – en los gobiernos estatales – y al productor nacional – en el gobierno federal. Debe impulsarse la producción en el país de todo lo que esté al alcance y solo importar lo estrictamente necesario. Fomentar la producción social-estatal, las cooperativas y a los pequeños productores.
El agua elemento vital, es un derecho humano, y se debe destinarse prioritariamente a las comunidades y los pueblos no a las corporaciones mineras, refresqueras, etc. El buen manejo del agua será un impulso potente para el desarrollo y el bienestar.
La inversión extranjera no debe subordinar las políticas del Estado. Se admitirá si se traduce en desarrollo tecnológico, si pagan los impuestos que se requieran, si apoyan el desarrollo de la industria nacional, usando refacciones, insumos componentes locales, regionales y nacionales, si invierten sus ganancias en el país y si no intervienen en la política interna, si se sujetan a las leyes del país y no a tribunales extranjeros.
El medio ambiente, el cuidado del agua, aire, tierra, de la flora y la fauna tiene que ir de la mano del desarrollo económico que debe ser sustentable.
La soberanía alimentaria, energética, económica, industrial, tecnológica significará bases sólidas para el desarrollo. El modelo neocolonial que se desarrolló en el último medio siglo ha mostrado su fracaso. El neoliberalismo solo trajo problemas, no soluciones. El capitalismo está ya en decadencia. Hoy la sufrimos abiertamente, cuando una pandemia detonó problemas que ya estaban ahí, desarrollándose desde hace mucho.
Llegó la hora de salir de la crisis con el modelo que es útil para el trabajador, el pueblo, el país, rompiendo el modelo que solo sirve para que las corporaciones acumulen ganancias y las potencias imperialistas se enriquezcan a costa nuestra.
Llegó la hora de salir de la crisis, llegó la hora de cambiar el modelo. Esto se logrará por la fuerza de la organización y de la lucha de la clase obrera y el pueblo, de mujeres, jóvenes, patriotas, dispuestos a construir un futuro viable. La solución será impulsada gracias a la dirección de la clase obrera que es la que está en posición y capacidad de implementar esta salida para el país.
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