Ana Arenas
Para lograr la transformación hace falta la unión de decenas de millones de mexicanos. Ya el año 2018 se derrocó democráticamente al PRIAN con 30 millones de votos. La fuerza de esos millones de mexicanos debe permanecer unida y acrecentarse, para lo cual hace falta organizarse en cada municipio o alcaldía, en cada Estado, en cada región entre trabajadores, mujeres, jóvenes, ancianos, asociaciones, militantes sociales de todas las causas, partidos políticos que están por la transformación.
La victoria de 2018 fue un triunfo de Morena y sus aliados y un voto de confianza popular para el partido y su dirección. Lo que une a todas las fuerzas progresistas es la causa popular y nacional, el gran objetivo, el interés general por lo que no caben los intereses mezquinos y personalistas. Si en los Estatutos de Morena se prohíben los grupos (eso hundió al PRD) la dirección y cada uno de sus militantes deben hacer efectivo ese mandato.
La división, los enfrentamientos, los chismes públicos de un partido o de un movimiento democrático lo debilitan y fortalecen a sus adversarios, les dan armas. Es muy dañina la costumbre de quienes acuden a los medios que manejan los adversarios para ventilar problemas internos. Por eso es imprescindible que las discusiones, los debates entre compañeros se den y se resuelvan internamente, que haya una decisión democrática sobre todos los asuntos y todos la respalden sin fisuras. Las elecciones internas se deben resolver democráticamente y una vez electos los candidatos que serán los representantes todos han de respaldar, si no es así la dirección se divide con nefastas consecuencias para el avance de la lucha.
En la organización se debe respetar la línea acordada y las decisiones colectivas, siendo absolutamente claros que no se permiten desviaciones a las decisiones del partido, que se fortalece depurándose. El PRD mostró que tolerar corruptos, indisciplinados, divisionistas lleva a la degeneración total.
El partido que conquista el poder político debe tener una dirección que combine su militancia con su encargo público. Los funcionarios deben trabajar por fortalecer el partido, claro, sin usar recursos públicos. Pero no pueden dar la espalda a su responsabilidad política y ética con el pueblo de México y con partido que los apoyo para conquistar su puesto, así como el de los electores que lo hicieron llegar a ese puesto de responsabilidad ante la sociedad.
Todo militante es responsable de que el partido marche bien, pero la dirección nacional es la principal responsable de la unidad del partido y de su rectitud. Los fundadores y dirigentes son quienes deben trabajar para evitar escisiones, escándalos, intereses mezquinos y fortalecer la unidad antes de que estallen luchas internas que se hacen públicas. Debe garantizar la disciplina que evite pleitos públicos.
Las divisiones y escándalos se gestan en un proceso que puede atacarse en embrión y dejársele desarrollar hasta que causan un terrible daño. Por eso los militantes y dirigentes responsables deben aplicarse a fondo para mantener la unidad y fortalecer la causa del pueblo y la nación, lejos de personalismos, mezquindades y ambición vulgar de poder individual.
La división ha sido la causa de que los intereses generales no prosperen y abre las puertas y ventanas a los conservadores y es cultivada y alimentada por el Imperio que tiene muy claro esa frase que dice…“divide y vencerás”. La unión es la clave de la victoria contra el Imperio y la Oligarquía, recordemos que no hay fuerza en el mundo capaz de vencer a un pueblo unido y organizado….así que como dice el dicho…”los trapos sucios se lavan en casa”.
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